A todos nos gustan los malos, y las malas. Hace tiempo reflexioné sobre el reflejo de la maldad en el cine, y desde entonces empecé a fijarme en los patrones que seguían los personajes que ocupaban el lugar arquetípico de "el malo" en las historias, ya sea como personaje único o plural.
Observemos por ejemplo esta fantástica secuencia de la película "Minority Report", de Steven Spielberg. En ella vemos a un grupo de "Espiarañas" (el nombre original de "Spyders" mola mucho más) adentrándose en un edificio residencial para identificar a sus inquilinos.
Spielberg no se corta y elabora este momento de la película sirviéndose de unas más que temibles "espiarañas" que irrumpen en situaciones bastante íntimas del día a día, para poder realizar la identificación cual redada de las SS en el gueto. Y si alguien se resiste, no os preocupéis, que antes o después llegarán y os identificarán. John Williams con su música nos está diciendo a las claras: "¡esto es muy nazi!"
Por otro lado tenemos al ejército imperial de Star Wars: soldados sin personalidad, todos iguales, siempre a la orden, con un recargado simbolismo. Y por si esto fuera poco indicativo, John Williams nos vuelve a decir entre notas y compases: "¡mirad que nazis son!".
De todas las películas de Indiana Jones las dos más queridas, recordadas y aplaudidas por el público fueron "En busca del arca perdida" e "Indiana Jones y la última cruzada". ¿Sabéis que tenían en común esas películas? Exacto: nazis. En la segunda incluso se producía un cómico encuentro entre el protagonista y el mismísimo Hitler.
Y no olvidemos que Quentin Tarantino creó en "Malditos Bastardos" a ese adorable, a la par que terrorífico, villano que a todos conquistó: Hans Landa, que supuso un Oscar para Christoph Waltz.
En el cine, aún hoy en día, el paradigma de maldad sigue estando dominado por el nazismo. Incluso parece estar sobreviviendo a la posibilidad de ser sustituido por otro más actual, como el terrorismo, cuyo ejemplo más claro sería el Joker de "El caballero oscuro", de Christopher Nolan. Y realmente si nos paramos a pensar en ello tiene sentido. No porque los nazis fueran los primeros en causar una guerra. No porque los nazis fueran los primeros en cometer un enorme genocidio. Y desde luego no porque fueran los últimos. Creo que la clave reside en que han sido los únicos que han conseguido aunar una absoluta y tremenda maldad con una simbología totalmente recargada y muy efectiva pero, sobre todo, que han conseguido hacer suya a base de una desmedida propaganda. Tanto que, de alguna manera, todo ello ha impregnado a la sociedad hasta nuestros días.
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